lunes, 30 de junio de 2008

El libro negro de las marcas II - Conejillos de Indias y patentes farmacéuticas

"A la hora de probar medicamenteos nuevos, los grandes laboratorios farmacéuticos no dan demasiadas vueltas: falsifican los resultados y ocultan los efectos secundarios. Pacientes con enfermedades graves reciben placebos. Los médicos se transforman en cómplices."

Así comienza Hans Weiss el capítulo del libro "El libro negro de las marcas" sobre las patentes farmacéuticas. Como libro de periodismo de investigación y para intentar demostrar las claves oscuras sobre dichas patentes, H. Weiss cambia de la noche a la mañana de profesión. De repente se hace conocer como consultor farmacéutico que negocia con directores de clínicas sobre dudosos ensayos clínicos.

¿Cómo pudo hacerlo sin formarse o sin tener título alguno?... Mediante una conexión a internet, algo de información básica sobre ensayos clínicos e intuición y atrevimiento para investigar si los médicos se atienen o no a los principios éticos de las Asociación Médica Mundial establecida en Octubre del 2000 en la declaración de Helsinki. Dicha declaración prohíbe tratar las enfermedades graves con placebos cuando ya se dispone de una terapia probada. Los únicos ensayos permitidos son aquellos en los cuales un grupo de pacientes recibe la medicación nueva y otro grupo el tratamiento habitual.

Existían indicios que algunos médicos violaban estos principios a petición de los grandes laboratorios. El objetivo de esa investigación consistía en averiguar si dichos médicos estaban dispuestos a llevar a cabo un ensayo en el cual enfermos graves serían tratados únicamente con un medicamento inocuo, o sea, con un placebo. De ser así, se probaría que los médicos dejan a sabiendas que sus pacientes sufran innecesariamente. Para ello, a través de internet y bajo su supuesto de título de consultor farmacéutico investigó ofreciendo cono señuelos honorarios muy elevados.

Durante sus experiencias descubrimos las claves de estos ensayos clínicos prohibidos. La cuestión es que hay mucho dinero en juego, porque desarrollar un medicamente implica costes elevados y riesgos considerables. Como ellos relatan en el libro sólo uno de cada cinco medicamentos es aprobado por las autoridades sanitarias. No hay nada que los laboratorios teman más que a un ensayo con resultado negativo, ya que el lanzamiento al mercado podría ser desautorizado, con lo cual todas sus inversiones habrían resultado inútiles. Para evitar eso, aspiran a lograr un control absoluto sobre la investigación y los investigadores.

Cuando una compañía inscribe un nuevo principio activo en el registro de patentes, queda protegida de la competencia durante veinte años. Pero eso solo no da dinero. El reloj de la patente comienza a correr desde el momento mismo de la inscripción, sólo entonces el laboratorio puede empezar los ensayos para determinar si el medicamento es eficaz y carece de efectos secundarios indeseables (un proceso que suele durar muchos años). Cuanto antes logre el laboratorio demostrar la eficiencia y tolerancia del medicamento y recibir la aprobación de las autoridades sanitarias, más tiempo le quedará antes de que expire el plazo de la patente.

A partir del momento de la aprobación quedan entre ocho y doce años de pingües ganancias, ya que los medicamentos nuevos se les puede poner cualquier precio. Una vez expira el plazo de la patente, todo eso se acaba. Los restantes laboratorios farmacéuticos pueden copiar la fórmula y abaratar el precio. De este modo se produce una caída automática de las ganancias. [...]

1. El jardinero fiel, película que trata una historia de amor bajo una serie de acontecimientos relacionados con los experimientos y ensayos clínicos de la industria farmacéutica en África.

1 comentario:

Clara dijo...

lo siento!! jooo esq me resulta mas comodo si tuvieras un flog cmo yo!!
pero tengo el mente una actualizacion super genial!! haber cuando tengo tempo de ponerme sentimental jejeje
cuando te vas??? no te vayas sin verme vale???
y el campa??
jooo ya me habia exo ilusiones
:(
muas mondis