miércoles, 6 de junio de 2007

Reflexiones sobre el G-8

Sigo con atención las noticias que llegan estos días desde Rostock (Alemania). Me siento cercano a las informaciones que provienen desde allí debido a mi estancia en Berlín en estos últimos meses. Llevo con pena los altercados violentos que empañan las ideas de una gran número de de personas que protestan pacíficamente en contra en las inmediaciones. Sin duda, aún más indignante las noticias que nos llegan de las reuniones ilegítimas y sin estructura formal de estos 8 países.

Mientras Alemania intenta conseguir un compromiso en la emisión de gases, EEUU contesta con razonamientos ridículos. Demostrando, una vez más, el porqué tanta gente se moviliza hoy en día contra este grupo. Me explico:

Angela Merkel quiere lograr en concreto que el calentamiento global no suba de los dos grados Celsius, para lo cual es necesario que las emisiones de CO2 bajen en un 50% hasta 2050 desde el nivel de 1990. También exige que todas las iniciativas se realicen bajo el paraguas de la ONU, una condición sine qua non para todos los socios europeos del G-8. Sin embargo, salvo el bloque europeo, Canadá, Japón y EEUU no se plantean ni por asomo este compromiso. La respuesta de EEUU es la siguiente:

"Hasta que no tengamos a todas las partes sentadas a la mesa, no se verá una meta para reducir esos gases”, ha comentado en Rostock a la prensa, Jim Connaughton, el principal asesor medioambiental de George W. Bush. EEUU sólo negociara en reuniones con los 15 países más contaminantes, durante 18 meses de conversaciones y lideradas por su país.

Paradojas se entresacan en las condiciones de negociación de los EEUU:

Por un lado, sólo quiere hablar de este tema si India y China están presentes (ya que son países que lideran también la lista de emisiones). Si el tema de esta cumbre era esencialmente el clima, dichos países podían haber sido invitados, más aún cuando éstos llevan años llamando a las puertas de estas cumbres. Por supuesto, ni por asomo. Ya que a pesar de los publicitados y aparentes objetivos oficiales de estas cumbres (como dicen ser el clima o el aumento de la ayuda a los países de desarrollo) sus conversaciones privadas pretenden impulsar la globalización neoliberal y sus políticas macroeconómicas. Evidentemente China e India deben cambiar bastante para entrar en este banquete.

Por otro lado, deleznable se califica la conducta para solucionar este problema global del país que se hace representar como el ejemplo de las democracias. Un problema como es el cambio climático global y la reducción de emisiones afecta a toda la población mundial. Sin lugar a dudas, debería ser tratado por la Organización de las Naciones Unidas, donde se encuentra representación de todos a los que nos incumbe este problema. Por supuesto, mientras una mayoría firmó el protocolo de Kyoto a Bush no le interesaba, porque todo aquello que sea justo para todos, no le interesa a EEUU. Sólo quiere discutirlo liderando reuniones entre los 15 países más contaminantes.

¿Por qué?

La respuesta la tenemos yendo un poco atrás en la historia y examinando las condiciones con la que la mayoría de los países (ya que es una decisión global y lógicamente debe ser llevada por la inmensa mayoría de la población de nuestro planeta) acordaban el protocolo de Kyoto. Transcribo unas líneas del artículo "los países en vías de desarrollo ante Kyoto" de la periodista Paula Lego

Según dicho protocolo no todos los países tienen que reducir sus emisiones de igual manera. Los países en vías de desarrollo no están obligados a alcanzar unos objetivos de reducción de emisiones -como sí se les impone a las naciones desarrolladas- y basta tan sólo con que informen sobre sus niveles de emisión y desarrollen programas para reducirlas.

La lógica de esta división es simple: los países industrializados son los principales responsables de la emisión de gases de efecto invernadero, que genera el calentamiento global. La crítica de esta distinción es, precisamente, uno de los argumentos de los sectores más reacios a Kioto. "¿Por qué ratificar o cumplir con Kioto -preguntan- si China (segundo contaminador mundial) o India (quinto) no están también obligadas a reducir sus emisiones?"

Este argumento, sin embargo, no tiene en cuenta dos importantes matices. En primer lugar, situar a India y a China como segundo y quinto contaminador mundial, aún siendo un dato cierto, supone contar sólo media verdad. La otra media es que ambos son países en plena expansión económica y, sobre todo, tremendamente poblados (totalizan unos 2.400 millones de habitantes, un 37 por ciento de la población mundial). De hecho, si se calcula la contaminación por habitante, en vez de hacerlo por Estado, se observa que la emisión en Estados Unidos supera las 20 toneladas anuales, mientras que la de India es de 1 tonelada y la de China de 2,2. Todo esto sin contar que, más allá de estos dos países, la mayoría de los PVD apenas tienen industria o consumo con los que contaminar.

Es por ello, por lo que EEUU no quiere acordar nada bajo el paraguas de la ONU, en donde se intenta de manera global y legítima tomar decisiones justas para nuestro planeta. Ellos quieren hacerlo por sus intereses, sin rendir cuentas y haciendo lo que les de la gana para mantener su hegemonía mundial.

George Bush es sin duda una de las personas más imbéciles de nuestro planeta. Curioso el planteamiento que escuché hace unos días en un documental, sobre el porqué, él es el presidente de los EEUU. En él, se decía que la mayoría de los votantes de Bush lo votaban precisamente merced a la citada subnormalidad de éste. - Si este personaje con tantos defectos y de tan poca inteligencia ha llegado a ser presidente de mi país, es argumento más que de sobra para demostrarme a mi mismo que yo y cualquiera, podría llegar a ser presidente de EEUU-. Y eso en el país de las oportunidades es básico. Lamentable...

2 comentarios:

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Magnífico, Borja.

Borja Santos Porras dijo...

Muchas gracias Diego.
Un fuerte abrazo,
Borja