martes, 29 de diciembre de 2009

Tradiciones ecuatorianas para el fin del año

Tradiciones ecuatorianas para el fin de año, del blog Desde el Ombligo del Mundo

En estas épocas todas las culturas tienen sus tradiciones peculiares. Algo que parece tan evidente puede a veces no serlo tanto. Yo tuve que pasar un tiempo fuera para sorprenderme cuando descubrí a gente de otros países que me decía que no comían uvas con las campanadas. Y yo que creía éramos también el ombligo del mundo…

Quiero rescatar un par de ellas ecuatorianas que me gustan y porqué no, voy a proponer a mis amigos a ver si las inculcamos.

A media noche del 31 de diciembre, se puede observar a personas de todas las edades corriendo con una maleta en la mano dando una vuelta a la manzana o cuadra de su casa. Esta tradición está atribuida a la creencia de que así, incluso cuanta más grande sea la maleta, se harán muchos viajes a otros lugares.

La segunda es el año viejo. Una especia de muñeco, al estilo “falla valenciana”, realizado con cartón, papel, ropa vieja… y que representa lo malo del año que termina. Por tanto, este muñeco es quemado a media noche para olvidar y dejar atrás todo aquello. Junto al año viejo se realiza el testamento, un escrito realizado a modo de sátira que contiene una lista con lo más destacado que ha sucedido durante el año. Antes de la media noche los chicos se visten de viuda y se pide por el “año viejo” que será quemado. Como en todos los lugares la noche continúa con celebraciones y fiestas.

Hay muchas más tradiciones navideñas ecuatorianas que contar pero estas dos puede que sean un temazo para esta Nochevieja.

¡Feliz año 2010!

sábado, 19 de diciembre de 2009

Maravillas del Ecuador II: La Laguna Quilotoa

Maravillas del Ecuador II: La Laguna Quilotoa, del blog Desde el Ombligo del Mundo

La naturaleza se manifiesta en ocasiones con tal belleza y grandiosidad que nos hace sentir nuestra condición humana como un pequeño y humilde elemento más en la diversidad del universo que nos rodea. Ecuador posee, en su modesta extensión de territorio, muchas de estas manifestaciones.

Hoy quiero hablar de unos de estos lugares que se suma a la gran diversidad natural y cultural del país: La Laguna Quilotoa.




La cordillera de los Andes, creada por la fuerza del choque entre dos placas tectónicas, se compone a lo largo de su recorrido ecuatoriano de múltiples volcanes. Unos más jóvenes, otros más antiguos. Algunos permanecen activos y otros muestran en la huellas de sus montañas las grandes erupciones que ocurrieron miles de años atrás. Cimas destruidas, cuyos enormes cráteres albergan ahora hermosos lagos, cuya apariencia pacífica son sólo un espejismo de la crueldad destructora que alberga en el corazón de su masa terrestre.

En medio de la sierra central ecuatoriana, a 4100 metros de altura, se abre un cráter de 3km de diámetro donde se encuentra una laguna de color turquesa; la laguna Quilotoa. La luz inunda cualquier lugar que se recorra y desde la cima, si consigues apartar la mirada de los colores del agua se distinguen las siluetas nevadas de las grandes cimas ecuatorianas.

Si acudimos un día de diario, Quilotoa se convierte en aquel destino que todo turista con un mínimo sentimiento de aventura le gustaría vivir. Un lugar que parece sacado de una postal, en el cual te encuentras sólo, sin casi ningún otro extranjero; pero a la vez rodeado de un panorama cultural y natural totalmente enriquecedor y diferente.

Desde una ciudad llamada Latacunga, y a no ser que cuentes con un transporte privado, se toma un autobús para ascender el páramo. No hay nada mejor para conocer Latinoamérica que experimentar los trayectos en sus autobuses. Indígenas de la sierra realizan sus trayectos diarios con sus mercancías agrícolas, sus vestimentas y sus hábitos culturales. En el camino descubrimos mercados y ferias indígenas y nos preguntamos incrédulos cómo se puede sembrar maíz y papas en las laderas con tal alta pendiente. Por supuesto, no todo son maravillas ya que las malas condiciones del trayecto, la estrechez del camino en desfiladeros y los olores no siempre tan culturalmente agradables nos harán desear que esas casi 3 horas de camino terminen en algún momento.

Finalmente llegamos al pequeño pueblo llamado Quilotoa; el modesto turismo comunitario organizado te indica el camino. Por fin, al atravesar un pequeño camino rocoso descubrimos nuestro objetivo.

Bajar a la laguna es fácil, subirla no tanto. Pero bueno, los niños están observando con atención tu cansancio para ofrecerte una subida agradable a lomos de un burro.

Quedarse a dormir en el pueblo es también una experiencia única. Al ser difícil de llegar, las condiciones para hospedarse no están preparadas, así que a uno le toca vivir la realidad. Un frío indómito en las habitaciones, lavarse a calderazo con cubos de agua helada, saborear el caldo caliente de pata de pollo para cenar. A poco que uno se muestre humilde y colaborativo se puede ayudar a cerrar el mercado, cargar a la espalda los grandes y pesados fardos con la mercancía que llevan las mujeres, o bailar en la noche con canciones indígenas viendo cómo los hombres se emborrachan con aguardiente. Y es que no todos los patrones culturales son enriquecedores…

En fin, dejemos que las imágenes añadan todo lo que no fueron capaz de decir las palabras.















lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Profesión?: Cooperante

¿Profesión?: Cooperante, del blog Desde el Ombligo del Mundo

A raíz del secuestro de los 3 cooperantes en Mauritania han sido muchas las tertulias de periodistas que han hablado del tema y correlativamente de la cooperación. En una cadena de radio, de cuyo nombre no quiero acordarme, uno de los denominados periodistas argumentó que el cooperante era aquel joven, que a falta de trabajo y debido al desempleo, se apuntaba al paro y se iba a trabajar a algún país del sur a ayudar durante un tiempo. Casi como una moda de hacer algo en estos tiempos de crisis.

Es necesario aclarar y corregir a este “periodista” que como ese día tocaba hablar de cooperación pues debió mirar en google, vio un programa que desde hace muchos años hace el INEM llamado jóvenes cooperantes y desafortunadamente desinformó a la gente, o vete a saber, quizá lo que quería era desprestigiar el oficio de la cooperación y la Ayuda Oficial al Desarrollo por una cuestión política del medio, nunca se sabe. Aún así, quiero brevemente explicar la cooperación como oficio y profesionalización.

La ayuda al desarrollo a los países, llamados entonces “del tercer mundo”, se incrementó después de la segunda guerra mundial y durante la guerra fría; sin embargo, la mayoría de estas ayudas eran instrumentalizadas con un fin geopolítico. Igualmente sucedió en el post colonialismo cuando los países “colonizadores” usaban la ayuda como condicionantes a sus ex colonias. O no hace mucho tiempo el FMI y el Banco Mundial condicionaban su ayuda a la conversión al neoliberalismo económico de países que tanto resultaron perjudicados posteriormente. En definitiva, cada vez más en los últimos años se exige una ayuda al desarrollo más imparcial, neutral e independiente.

Por otro lado, la ayuda al desarrollo debe ser ejecutada con la mayor calidad posible. Y aquí tiene que ver mucho el cooperante. ¿Qué quiere decir esto? Un ingeniero puede cogerse unas vacaciones y realizar un sistema hidráulico de alta tecnología en una país subsahariano para mejorar el agua y saneamiento de un pueblo afectado por la sequía. A primera vista, esta acción podemos catalogarla como elogiable; sin embargo, estas acciones son más complejas de lo que parecen y surgen muchas preguntas. ¿Es ese proyecto sostenible en varios años?, ¿quién reparará el sistema cuando se estropee?, ¿se ha previsto el impacto negativo en aquellos lugares vecinos que no se instaló nada o sistemas peores? , si la necesidad de la población era tener agua, ¿era necesario tanta tecnología para satisfacer las necesidades?, ¿se emplearon de manera óptima los recursos?, ¿no se podían haber hecho 10 sistemas más rudimentarios pero efectivos, que satisficieran a más gente?, ¿se trajo el sistema del país occidental o se compraron las herramientas y la mano de obra local?, ¿hubo transparencia en la adquisición de los materiales?... Como vemos la realidad es mucho más compleja y una acción a priori positiva puede convertirse en negativa si no se cuenta con muchos factores. Podíamos citar otros ejemplos, como una fábrica de alta tecnología construida en una páis caribeño para ordeñar vacas; sin embargo, a los pocos meses hubo una infección y al no haber presupuestado medicamentos en el proyecto se murieron las vacas y ahora la nave era la discoteca del pueblo porque tenía aire acondicionad.oCon toda lógica. Es decir, no sólo se necesita de un buen técnico o una persona con voluntad, sino que el cooperante debe conocer muchas variables que rodean a una población afectada y a su contexto para ejecutar de la manera más óptima la Ayuda Oficial al Desarrollo. Es por eso, que los cooperantes son y deben ser profesionales. No sólo son especialistas en un área con voluntad de ayudar o jóvenes que por su condición tienen arduos deseos de ayuda y aventura; sino que además han estudiado la cooperación y tienen experiencia en cómo los proyectos deben responder a necesidades comprobadas y reales, que tengan impactos positivos más allá de la intervención, que alcancen los objetivos reales, que se respete a las poblaciones, que sean coherentes con los principios de imparcialidad, neutralidad e independencia, que se empleen los recursos de manera óptima y una largo etcétera.

Espero con esto, aclarar a nuestro atrevido “periodista” lo que significa y debe significar ser cooperante; ya con su comentario ofendió a muchos profesionales que además, en la mayoría de los casos cuando vuelven a España, deben asumir la falta de reconocimiento laboral, jurídico y económico.

España, ha declarado como compromiso (si la crisis lo permite), alcanzar en el año 2012 el 0,7% del PIB como Ayuda Oficial al Desarrollo. No sólo es necesario un compromiso político, sino que ese dinero sea gestionado y ejecutado con calidad. Es por ello también, que actualmente en el mundo de la cooperación internacional para el desarrollo se exige la mayor profesionalidad posible; ya que el empleo óptimo de los recursos no generará finalmente unos beneficios empresariales, sino que afectará a la mejora de las condiciones de vida de millones de personas que realmente sufren necesidades reales y urgentes.